domingo, 9 de mayo de 2010

Palabras previas

En la Latinoamérica del siglo XXI, una segunda colonización[1] capitalista es resistida por comunidades organizadas en colectivos de activismo político, cultural, social y ambiental. Un segundo momento del impulso del capitalismo neoliberal, consecuente a un primero que durante los años noventa desregló la economía, introdujo los agronegocios, privatizó sectores estratégicos y ajustó las cuentas fiscales, desarrolla hoy un modelo extractivo-exportador en base a la extracción de recursos naturales no renovables, la extensión del monocultivo, la contaminación del ambiente y la pérdida de biodiversidad.

En los márgenes de las commodities y los megaemprendimientos extractivos se han erigido movimientos de fuerte carácter socioambiental, emplazados en una sólida pertenencia terriotorial, que logran poner en crisis el discurso del progreso que busca desplazar las poblaciones de territorios vacíos o “socialmente vaciables”[2].

Estos nuevos movimientos sociales retoman y actualizan modos y categorías de luchas a la vez pretéritas y perennes.

Georgrafías Insurgentes será un espacio de expansión del cual broten las experiencias de estos territorios en lucha. Un espacio donde se hagan visibles las complejidades de las disputas y procesos, la constante problematización que los movimientos hacen de sus luchas y su acción, el carácter continuo de la militancia y la amplitud del posicionamiento político-social desde donde los movimientos hacen la crítica a un Estado que regula en su perjuicio[3] y un modelo excluyente que los cree enterrados.



[1] Muchos analistas y activistas de los movimientos que intentaremos hacer visibles, hablan de una segunda colonización llevada a cabo por empresas de capital transnacional que, como otrora los hicieran las coronas europeas, se establecen en el territorio americano para la sustracción de recursos, empleando métodos agresivos al ambiente y las comunidades locales.

[2] En términos de Robert Sack, el territorio vaciable es aquel que carece de artefactos u objetos valiosos desde el punto de vista social o económico, con lo cual éstos aparecen como “sacrificables” dentro de la lógica del capital.

[3] “Como afirma Boaventura de Sousa Santos, estas transformaciones confirmaron el carácter metarregulador del Estado, esto es, un Estado que emerge como “entidad responsable de crear el espacio para la legitimidad de los reguladores no estatales”. Esto implicó la generación de nuevas normas jurídicas, que no sólo favorecieron la implantación de capitales extranjeros, sino que garantizaron la institucionalización de los derechos de las grandes corporaciones y la aceptación de la normativa creada en los espacios transnacionales. Dicho proceso de mercantilización de los bienes públicos tuvo como consecuencia la profundización de un Estado patrimonialista, frente a la fuerte imbricación entre los gobiernos (provinciales y nacionales) con los grupos económicos privados”. Página 96. “Cambio de época” Maristella Svampa.